- La tartamudez no es ninguna enfermedad; es un trastorno del habla
- Quién tartamudea no habla mal; habla diferente
- Nadie tiene derecho a reírse de una persona con tartamudez, y quien lo hace merece la máxima repulsa
- Toda persona con tartamudez es tan digna, válida y competente como cualquier otra
- Toda persona con tartamudez merece las mismas oportunidades sociales, laborales y afectivas que cualquier otra
- Cualquier persona con tartamudez tiene todo el derecho a pedir el apoyo de la familia, los amigos y la pareja
- Se puede aprender a convivir con la tartamudez, pero para conseguirlo es necesaria una fuerza de voluntad muy notable
- El habla lenta y un ritmo de vida menos acelerado fácilmente pueden incrementar la fluidez
- En edades adultas la tartamudez raramente tiene cura, pero es posible mejorar la fluidez
- Cuando un niño o niña tartamudea, hay que pedir ayuda a un/a logopeda lo antes posible
AUTOR DEL DECÁLOGO: JORDI SACASAS