Las personas que no tenemos fluidez oral disponemos de una serie de singularidades. Una de ellas, por ejemplo, y es una buena curiosidad, es que, si cantamos, y en particular si lo hacemos en grupo, nos volvemos temporalmente fluidas.
De esta circunstancia peculiar hablamos el 1 de noviembre pasado durante el inolvidable encuentro conjunto que hicimos socios y simpatizantes de ATCAT y de la Fundación Española de la Tartamudez. Y os lo confieso: aparte de que no se produjo ningún síntoma de rivalidad, por mínimo que fuera, entre las dos entidades, debo manifestar clara y meridianamente que aquel domingo en Cardedeu se convirtió en uno de los mejores recuerdos que conservo del año 2015. En una palabra: un encuentro sublime, en la raya de la perfección, y de una hermandad verdaderamente extraordinaria.
Tuve el placer de conocer Gemma, cantante profesional, y a quién yo admiraba desde que una semana antes la había visto explicando su tartamudeo en los informativos de Antena 3 TV. Así, uno de los numerosos temas de conversación en grupo, con ella como protagonista, fue el descrito líneas atrás: si cantamos, no nos trabamos.
La explicación que ofrecimos a esta particularidad es que, cantando, se activa un área del cerebro diferente en relación la que lo hace cuando, simplemente, hablamos. Esta sería la razón. Y es que son varias las ocasiones que hemos oído o hemos leído que las personas disfluentes, cantando, dejamos de serlo momentáneamente. Un detalle, pues, cierto.
Hacía falta leerte amigo,
Saludos
Jesús Daniel